martes, 24 de noviembre de 2015

Antónimos pero complemantarios

                                       

El silencio es parte de nuestra vida y de la comunicación y, sin el silencio, no existirían las palabras.
En el silencio escuchamos y nos podemos conocer mejor a nosotros mismos, nace en nuestro interior, comprendemos y analizamos mejor lo que queremos decir o elegimos como expresarlo. Sin hablar, callando, permitimos que la persona que tenemos delante se exprese, que diga sus ideas, sus pensamientos... Con el silencio manifestamos nuestra alegría, las preocupaciones, el sufrimiento, nuestras reflexiones. El silencio es precioso para pensar, para elegir, para conocer y reconocer nuestras posiciones ante la vida y reconocer nuestros errores. El silencio puede significar indecisión, aprobación, rechazo y en estos días atrás, hemos pasado del silencio al ruido. Al ruido en nuestros corazones, en lo más profundo de nuestro ser, en nuestras conciencias.
El ruido mediático, el de las grandes potencias, el de las balas, el de la sin razón, el del dolor, ha sacudido nuestras vidas. El silencio ha dejado paso al sin sentido, al gritar para hacer las cosas en nombre de alguien y para alguien.
El ruido es expresión de violencia, de destrucción. Quien más ha gritado más ha llamado la atención pero no ha tenido más razón por ello. Nacemos y morimos haciendo ruido y en silencio.
No debemos permanecer en silencio ante la barbarie, debemos gritar, llorar, manifestar nuestra rabia y desazón. Aquí, el silencio no vale, aunque sí se levanta en señal de solidaridad y tristeza, de compasión.

"Habla y deja hablar
vive y deja vivir
calla y escucha"

domingo, 15 de noviembre de 2015

Colores de otoño


La vida es cíclica y cíclicos los periodos de la historia. Todo, aunque parezca viejo, pasado de moda, vuelve y ocupa las primeras páginas de nuestras vidas, y aunque nos parezca todo igual, no siempre es lo mismo. Todo esta lleno de matices diferentes, de comportamientos alternativos y siempre, siempre, sorprendentes. Tras la ventana de mi habitación observo y veo al verano que se despide, saludando al recién llegado otoño. Es la música y el compás de la vida y, las afinadas notas que cada año llegan en forma de nuevos colores y olores.
Pienso en soñar con un otoño lleno de esperanza, envuelto en su melancolía y colorido habitual y en las hojas que caen de los árboles para volver a nacer, pienso en hundir mis pies en la hojarasca y poder ser testigo de cómo me abro camino. Los paisajes se convierten en un auténtico placer para la vista y los senderos que tienen filas de árboles se transforman en mullidas alfombras de tonos amarillos, marrones, ocres y rojizos a los que no puedes volver la vista. El cambio de color de las hojas es todo un espectáculo lleno de poesía, es en cierta manera un símbolo de la fugacidad de la vida.
Camino por las calles de este otoño instalado ya en nuestras vidas y arrastro mis pies para seguir pisando la tierra. Observo la naturaleza, veo las aves ir y venir.
Sigue el bello ritmo de la vida y es tiempo de volver a creer, de volver a ser. Colores de esperanza y sentimientos.

"... las hojas amarillas 
caen en la alameda
en donde vagan
tantas parejas amorosas.
Y en la copa del otoño
un vago vino queda
en que han de desojarse,
Primavera, tus rosas"

Fragmento del poema de Rubén Darío "Canción de otoño"